miércoles, 1 de mayo de 2013

Crónicas desde mi hígado. (I Parte)

"Existen dos maneras de ser feliz en esta vida: una es hacerse el idiota y la otra serlo."
Sigmund Freud.´

Acaba de sonar el despertador. Se acabó mi libertad condicional. Malditos lunes. Sé que es lunes porque me duele la cabeza, tengo la boca seca y huelo a alcohol por los cuatro costados. Y es que yo salgo los domingos. Sí, sé que está impuesto salir los viernes o los sábados, pero yo prefiero los domingos. Es cuando sale la gente que de verdad disfruta de los bares. Es cuando puedes compartir tus emociones con la gente que también se siente perdida. Como tú, como yo. Seguro que Dios hizo lo mismo cuando se cansó de crear.

Levantarme supone otra dificultad. Los lunes me siento como Gregorio Samsa con su metamorfosis. Al fin lo conseguí. Ahora toca acicalarse. Resulta curioso. Miras por la ventana de una gran ciudad y está todo lleno de mierda. Pero eso sí, nosotros debemos ir limpios. Es como cuando el médico me dice que deje de fumar tabaco. Siempre le respondo que si me está pidiendo dejar de respirar. Cambiar mi paquete de Winston sólo por vivir unos años más. Creo que me convencería más para dejarlo otra subida de impuestos. Luego está lo de afeitarse, ¿crece más la barba de resaca o es cosa mía?
Bueno, al fin en la ducha, es el momento más relajante del día. Agua templada cayendo sobre uno. Cantar lo que sea creyéndote Frank Sinatra. Salir limpito. Y una vez fuera, apresurarte porque te has tirado más tiempo del debido y llegas tarde al trabajo. Por más que lo intente siempre me pasa lo mismo. La hora del trabajo. Me ofrecieron cambiarme a un horario rotativo. Flexibilidad laboral lo llaman. Vaya mentira. El único que posee flexibilidad en su jornada es el jefe. Entra y sale cuando le sale de la polla.
Ya estoy en la calle. Día de primavera. Cuando trabajo odio estos días. Voy a pasarme 10 horas encerrado en una oficina mientras la naturaleza sigue celebrando su eclosión de belleza. Nos llaman Homo sapiens sapiens. Si eso es inteligencia qué no lo será. La mayoría de mamíferos maduran en menos de 1 año, y el ser humano aún con 5 todavía se dedica a pegar saltos en los charcos. Ahora en el metro. Es curioso lo que uno aprecia aquí, cientos de personas juntas y casi nadie llega a saludarse siquiera. "El hombre es un ser social", decían los filósofos. Pues menos mal.
Parada definitiva. Toca bajarse. Un niño pequeño me saluda con su diminuta mano. El ciclo sigue. Teniendo en cuenta que ahora viaja con su mamá en el metro, mañana le tocará ser otro como yo. Otro esclavo que sólo es libre cuando escribe desde el hígado. ¿Y tú?

1 comentario:

  1. Me ha gustado bastante, Jesús.
    Hay retazos de gran literatura en esta primera parte. Especialmente me ha impresionado este breve fragmento: "Voy a pasarme 10 horas encerrado en una oficina mientras la naturaleza sigue celebrando su eclosión de belleza"
    Espero con avidez la segunda entrega.

    Un saludo,

    Alberto

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